miércoles, 13 de marzo de 2013

El camino del habano

El camino del habanoFuente: http://www.taringa.net/posts/info/1022623/Todo-sobre-Puros---Habanos.html  Fisonomía del Puro



El semblante del cigarro dependerá del elaboración y sobre todo de su terminación considerándose especialmente el aspecto final que tomará de acuerdo a la selección del color de la hoja específica para capa.
La gama de tonalidades existentes en las capas se debe a la variedad de y a los métodos de tratamiento de la hoja de tabaco, el tiempo de exposición al sol, su lugar o altura dentro de la planta a la cual perteneció y el proceso de fermentación que haya recibido.

Un experto catador de puros considera especialmente el color de la capa, pues al entendido le señala directamente el lugar de procedencia de la hoja de tabaco, y posteriomente, se enfoca en la apreciación de su , aroma, combustión, etc.

La neutralidad en el sabor de la capa es un factor estimado a la hora de alcanzar el cuerpo y aroma pleno de un puro, que se encuentra, sin duda, en la composición esencial y combinación específica de tabaco en la tripa.

Así, el color de la capa delata el lugar de origen o procedencia de la hoja. El color Claro Natural, es de un marrón amarillo pálido que revela un cultivo tapado, a la sombra de telas especiales y una recolección de hojas no maduradas totalmente y de secado rápido al aire, lo que definirá un sabor bastante neutro.

Una hoja verde claro amarillento se encuadra en la denominación Doble Claro o “candela”, y se obtiene también de un proceso de secado rápido por calor artificial, lo cual confiere el verde de la clorofila retenida en la hoja mediante este proceso. También se lo denomina jade o A.M.S. siglas correspondientes al American Market Selection. Suelen ser de sabor muy suave y algo dulce.

Las gamas del Colorado tienen una denominación genérica que es "carmelita", pero hay amplias diferenciaciones según el proceso que recibe la capa en las distintas zonas del mundo.

El colorado claro o natural, es de un marrón rojizo claro, que resulta de su cultivo al sol, su procedencia más probable será Sumatra y Ecuador, pero también puede ser de Camerún. Posee un aspecto sedoso o de brillo aceitoso. El sabor es generalmente más intenso que el de las capas claras.

La presencia de un Colorado pleno en la hoja de tabaco, significa que su procedencia se encontrará seguramente en Cuba, República Dominicana o será una variedad Connecticut. Su aspecto rojizo grasiento está ligado a la alta concentración de aceites en una hoja cultivada a la sombra. Sabrosa y de sutil aroma, es una de las más apreciadas en Europa y toma el nombre de E.M.S. siglas adoptadas para English Market Selection.

Entre el colorado y el llamado cigarro Maduro, existe una hoja color marrón castaña oscura de mediano o fuerte que toma el nombre de Colorado Maduro.

El Maduro propiamente dicho, utiliza una hoja cuyo proceso de fermentación es más prolongado y a temperaturas más altas. Según los estadios de este proceso y el lugar de procedencia, el color torna desde el marrón rojizo oscuro hacia el negro. Las hojas de maduro suelen ser gruesas, oscuras, con un brillo aceitoso, y los puros elaborados con ellas, resultan de sabor fuerte y dulzón, pero con un suave aroma.

Un cigarro Oscuro o Negro, utiliza una hoja negruzca que procede de la corona o parte más alta dela planta de tabaco y que ha permanecido, expuesta al sol, el mayor tiempo posible. Estas capas son características de Brasil o México. Tienen alto contenido de azúcares debido a su composición natural y a la prolongación de su fermentación.


Anatomía del Puro



El cuerpo del puro se denomina Cañón o tallo. Este puede ser parejo o figurado; en el primero, el puro mantiene el mismo grosor en la totalidad de su longitud y en el segundo, presenta una línea distinta, por ejemplo: ahuevado. La sección del cigarro por donde se fuma se denomina Cabeza del puro; generalmente rematada por un trozo de hoja de tabaco o perilla, cuya terminación aparece en forma de avellana o rabo de cerdo en su manufactura artesanal, que implica una labor especializada. Esta sección debe abrirse con un proceso de corte, que depende del cigarro específico de que se trate. Las características del encendido, también están sujetas al tipo de cigarro, siendo esta sección particular denominada Pie del puro. La elaboración de un puro de calidad exige una combinación muy criteriosa de distintas variedades de hojas de tabaco. El constituyente esencial es el tabaco utilizado para el interior del cigarro o "tripa". En la tripa, el tabaco estará enroscado o en trozos, dependiendo del puro de que se trate. Para esta composición se usan un tipo especial de tabaco fermentado cuya clasificación depende de la posición que tuviere en la planta ya que eso hará que la hoja en cuestión tenga más o menos fuerza y también difiera en el contenido de nicotina. La tripa se halla envuelta con otra hoja de tabaco que es el "Capote" o capillo y la unión de ambas componen el "tirulo". El tipo de hoja utilizada para capote es una variedad que crece a la sombra y, lo importante en esta elección de tabaco para capote, es que se encuentre en equilibrio armónico con el tabaco utilizado para la tripa. Se tiene en cuenta especialmente el tipo de textura y aroma y color de la hoja que resultará de gran incidencia en el sabor final del puro. El tirulo es finalmente envuelto por una hoja especialmente tratada, ya que siendo utilizada para el exterior o "Capa" del cigarro será la responsable de su esteticidad. Como para el capote, la variedad seleccionada para la capa es una hoja secada a la sombra y elegida por su perfecta textura y suavidad. El tratamiento que es dado a la capa es muy delicado, pues siendo cortada a mano y controlada en su humedad y elasticidad, es la que da el toque de perfección a un puro de calidad. De esto se deduce que un puro es un producto natural, cien por ciento elaborado con tabaco y no contiene productos químicos; aún la la anilla del cigarro se pega con goma vegetal.


Blend: el alma del Puro



La elaboración de un puro de calidad exige una combinación muy criteriosa de distintas variedades de hojas de tabaco. El constituyente esencial es el utilizado para la tripa donde el tabaco se encuentra enroscado o en trozos, dependiendo del puro de que se trate. La combinación de unas pocas variedades de tabaco resultan en la liga de hojas que integrarán la tripa y esta liga o mezcla determinará el específico sabor del puro. Paladear una perfecta combinación de sabores depende de la alquimia que realice el blender, quien conoce a la perfección las sutiles variaciones de cada hoja de tabaco y trabaja la liga escogiendo sus mejores cualidades. La habilidad y el conocimiento de este maestro tabaquero le conceden el criterio para combinar los tabacos sometidos a rigurosos procesos de control, humectación, selección y añejamiento. Las cantidades y tipos de tabaco seleccionados para la confección de un buen puro determinan el blend, el grado de fortaleza en su aroma, la combustibilidad y el carácter de su sabor. Existe una increíble variedad de sabores y, aunque los básicos son el amargo, agrio, salado y dulce, para describir la característica del humo pueden utilizarse gran cantidad de términos: fuerte, suave, áspero, ácido, con cuerpo, equilibrado, etc. El logrado arte de los blenders permite que los sabores seleccionados fusionen sus diferentes matices, otorgándoles cuerpo e intensidad uniforme a un puro así confeccionado, pero atendiendo a la preservacion de los sabores individuales de los tabacos que participaron en el blend. El resultado final es una delicada gama que realza el espíritu pleno del puro.


Ritual del Puro



En todo ritual se observa un acto de profunda concentración y respeto, es un instante de introspección que otorga una conexión intima y verdadera con todo lo que nos rodea. Es igual para adentrarse en el rito de fumar, no es un acto compulsivo, es un acto de celebración que requiere un ánimo distendido y tiempo disponible. Los fumadores de cigarros premium se entregan a la profundidad de este ritual sin prisas y disfrutan de sus distintos momentos.

Fumar significa sentir y apreciar el aroma, el sabor, las formas del humo y la pausa hechizante que transfiere al fumador, que lo vive como una ceremonia íntima. Así, observa los movimientos propios de un instante sagrado, realizando con delicadeza y concentración todos los pasos: abrir el humidor o tomar el cigarro en las manos, encenderlo a conciencia, y fumarlo lentamente para percibir todos los matices y las significantes variaciones en su sabor y aroma, hasta que el puro se apague por sí mismo.

Los amantes de cigarros premium son conocidos por su aprecio a las buenas comidas, vinos y licores, y eligen la combinación más apropiada para cada momento particular. Algunos aconsejan que el mejor momento para fumar un puro es después de las comidas, acompañando al postre, el café, junto a un cognac, licor o champagne. Otros disfrutan su cigarro favorito cuando caminan, durante o después de una reunión de trabajo o, en general, en cualquier momento que busquen disfrutar de la relajación y satisfacción de fumar un buen puro.


Elección



Las nuevas variedades que se dan en distintas zonas de mundo, los cambios constantemente fluctuantes en las cosechas de tabaco y en la calidad de elaboración de las distintas marcas, han modificado las preferencias de los fumadores. El concejo de los expertos catadores es abstraerse de hacer comparaciones con los productos establecidos por el estándar y atenerse a ciertos principios básicos, como comprobar objetivamente la fortaleza del blend, la combustión uniforme durante la fumada, la textura y calidad de la capa, la intensidad de su sabor y aroma y, finalmente los detalles de su terminación.

El mejor hallazgo sería encontrar un buen proveedor antes que un buen cigarro en una ocasión determinada. Puede identificarlo porque siempre tendrá disposición y tiempo para asesorarlo. Sin duda le dará algunos de estos consejos:

Para decidirse entre algunas marcas, puede elegir una formato en particular y probar su sabor en diferentes marcas. El sabor de un cigarro se hace más intenso mientras se sigue fumando, y su fortaleza se percibe más nítidamente cuando ya se encuentra a la mitad de la fumada, pudiendo considerar el tiempo que dispone para seleccionar el largo y el calibre del cigarro que va a probar. Los cigarros de calibre grueso arden lentamente y pueden ser más suaves que los más delgados que arden algo más rápido. Si desea fumar más de un cigarro en el día, debe tener en cuenta que si fuma primeramente uno fuerte no podrá apreciar luego el sabor de uno más suave.

Observar las carácterísticas de la capa ayudará a ir reconociendo las distintas variedades. Es importante la homogeneidad en el color de la hoja, aunque algunas manchas solares no afectan la calidad de la misma.

Por último su consejero más importante será su paladar, que no comete errores al determinar cual es su verdadero gusto y preferencia, siendo el que cada uno elija, el mejor puro de todos.


Corte



Dentro del ritual del puro, no es cosa menor el realizar correctamente el corte, y su importancia es proporcional a la calidad del puro de que se trate.

El tamaño del corte que realice afectará el sabor, la combustión y tiraje del cigarro; un corte demasiado pequeño reduce el tiro y produce una concentración excesiva de nicotina; si es demasiado grande, la bocanada resultará muy caliente y combustionará demasiado rápidamente.

Entre los aficionados el mejor corte es algo más pequeño que el diámetro total del puro.

Si bien el corte debe realizarse con determinación, no puede ser brusco ya que puede dañarse la perilla que envuelve la cabeza del puro y se hará imposible fumarlo si ésta se desenvuelve, aunque ello solo sucede si se sobrepasa la línea, marcadamente visible, que mantiene la perilla unida a la capa.

El tipo de corte también difiere si el formato del puro es parejo o figurado.

Los cortapuros de bolsillo o sobremesa (los mejores tienen diversos diámetros y tope de acero para realizar cortes profundos), de una o dos cuchillas, así como los cortapuros de alicate (poseen un tope en ángulo y el cigarro debe colocarse con la misma inclinación para que sea parejo), y las tijeras (logran cortes muy limpios pero requieren algo más de habilidad), realizan un corte tipo guillotina, que es circular y muy preciso. Presentando la cabeza del cigarro en la zona en la que realizará el corte, estará preparado para hacerlo con un movimiento preciso y veloz que evitará los riesgos de dañar la perilla.

El cortapuros de cuña realiza un corte en ángulo de dos lados llamado corte en V o en cuña. La mayor superficie de abertura de este tipo de corte puede facilitar el tiraje pero también puede resultar en una bocanada con exceso de humo y calor.

El punzón, realiza un tipo de corte que es en realidad una perforación u orificio. No es muy utilizado por los aficionados porque presenta varias dificultades. Este tipo de perforación hace que se deposite en los lados y en el fondo del orificio cierta cantidad de nicotina y esto impide un tiro regular, además, las sustancias depositadas afectan el gusto y la temperatura de la calada.


Encendido



La fase que requiere más profunda concentración en el ritual del puro, es la de encenderlo. En el instante que media entre encender la llama y tomar la primera calada se revela el arte y la elegancia de los fumadores. De ello depende que resulte una experiencia deleitante o un verdadero despropósito.

Los aficionados disfrutan inmensamente de esta ceremonia tomando el puro con delicadeza y colocándolo horizontalmente a una distancia de medio centímetro por encima de la llama, sin tocar de pleno el pie del cigarro, de lo contrario carbonizará y un sabor desagradable permanecerá durante toda la fumada. No colocan el puro en sus bocas sino que lo sostienen y lo giran en su totalidad para formar un anillo de brasa y lo soplan suavemente para que se forme un aro de ceniza perfecto. Acercando el puro a la boca efectúan ligeras bocanadas mientras continúan rotándolo hasta que encienda de modo uniforme, esto evita que se forme el efecto túnel, en el que un lado arde más deprisa que otro.

Esta cuidadosa atención al encender un puro posibilitará que el resto de la fumada los sumerja en una gratificante e intensa sensación de placer.

El encendido es también detector de la calidad de un cigarro. Un exceso de humedad hará que el puro se apague por dificultar el tiro; uno elaborado totalmente a mano también puede presentar imperfecciones en su torcido.

Puede suceder, de todos modos, que un puro encendido de forma adecuada se apague o bien por estas deficiencias, o bien porque durante la fumada olviden, durante algunos minutos, darle una calada. Esto ocurre a menudo y ello no significa que deba abandonar la experiencia. Primeramente hay que sacudir y soplar la ceniza para confirmar que, efectivamente se ha apagado y, una vez calentado a llama distante el pie del puro, y girándolo, vuelve a encenderse con la misma disposición que al principio. Intentarlo después de transcurridas varias horas o aún, al día siguiente no es aconsejable pues su excesiva fuerza distorsionará su sabor original.

Existen encendedores especiales para cigarros que proveen una llama ancha y regulador de intensidad que son los más indicados. Los fósforos de madera extralargo son igualmente óptimos sobre todo si no contienen azufre. En cualquier caso, si se utilizan fósforos comunes, debe esperarse hasta que consuman su composición de azufre. Algunas marcas contienen una astilla de cedro en sus cajas que es ideal para encender los puros. Los encendedores de gasolina y las velas alteran notablemente las delicadas cualidades de un puro, por lo que se desaconseja totalmente su utilización.


Conservación



Como resultado del riguroso tratamiento que reciben las hojas de tabaco se obtiene un puro premium. Siendo un producto totalmente orgánico no puede conservarse con medios artificiales como la inclusión de corservantes químicos. Por lo tanto, los cuidados que deben proporcionarse al puro son similares a los que se tuvo con la planta madre. Es decir, ha de controlarse su temperatura y humedad, manteniéndolas estabilizadas para alterar lo menos posible su entorno ambiental, que influye sensiblemente el la composición del cigarro y afecta invariablemente su sabor, combustión y tiraje.

El instrumento óptimo, diseñado para la conservación de puros es el humidor. Este repiciente o caja cerrada de estructura equilibrada y firme, posee orificios o ranuras distribuidos de modo tal que circule una ventilación mínima y está dotado, en su interior, de un higrómetro o dispositivo que crea un microclima de condiciones relativas constantes donde, idealmente, su temperatura debiera oscilar entre los 16 y 18 grados centígrados y sostener una humedad relativa entre el 70 y 72 por ciento. Dentro del humidor están dispuestas las tablillas y los contrachapados para distribuir los cigarros.

Si bien el humidor proporciona una regulación constante, la concentración de humedad no es uniforme, siendo más elevada en las cercanías del higrostato. Los aficionados consideran las necesidades de cada puro que desean almacenar y, en el caso de los más secos, paradógicamente, los colocan lo más alejados posible de la fuente de humedad para obtener una hidratación pausada y uniforme. Luegos los desplazan hacia al centro.

Por otra parte, el humidor en sí mismo requiere cuidados, como el recambio de agua destilada de su higrostato, mantenerlo lejos de acondicionadores o de la exposición al sol y su limpieza integral en lapsos de tiempo determinados.

La conservación de cigarros selectos es importante en general, para que no se vuelvan frágiles, quebradizos, duren más tiempo y, en especial, porque es un aspecto que completa la experiencia ritual del puro.

Observación: Aún los puros de gran calidad pueden contener microorganismos latentes en las hojas que resurgen con el calor del humidor y los deterioran. Lo más aconsejado es deshacerse radicalmente de aquellos que han sido afectados por moho o escarabajos del tabaco, para evitar una infectación a los demás puros almacenados. Si tal es el caso, se puede congelar los puros restantes dentro de una bolsa plástica alrededor de 48 horas y descongelarlos gradualmente para que no se desprenda la capa, antes de volverlos al humidor que habrá sido previamente limpiado y aireado.


Transporte



Si se va de viaje o simplemente sale de su casa y desea llevar consigo algunos puros, necesitará conservarlos en buenas condiciones y evitar que se resequen. Existen diversos accesorios para el transporte de puros. Los Humidores portátiles son una excelente solución. Deberá comprobar que su vitola preferida cabe sin problemas y que es sólido.

Luego están los estuches o pureras de cuero. Los hay de distintos tamaños, con y sin divisiones internas. Si considera esta opción verifique que esté forrada por dentro para que los cigarros no tomen el sabor a cuero o se enganchen con las rebabas de este material, si su acabado es tosco. Cuanto menos gruesa menos pesará y menos abultará.


Zonas Tabaqueras



Muchos países han intentado cultivar tabaco, pero las condiciones específicas de un clima propicio no pueden aún reproducirse en el laboratorio. Sin duda los cultivos obtenidos en Cuba, Indonesia, Brasil y la República Dominicana son los más apreciados del mundo, pero existen suelos y situaciones climáticas en otros lugares que han permitido el desarrollo de excelentes calidades de tabaco.

En esta sección mencionamos las procedencias más relevantes y damos una breve explicación de porqué se ha podido dar un desarrollo tan favorable en otros sitios del mundo.

La planta primigenia de tabaco poseía solo tres variedades en la naturaleza: Virgínica, Brasilensis y Habanensis. Posteriores experimentaciones, en manos de diferentes profesionales y en distintas regiones, dieron origen a múltiples variedades, que fueron el resultado de cruces, hibridaciones y adaptaciones de una especie particular a las distintas zonas de cultivo. Las distinciones entre las variedades que se generaron tienen que ver básicamente con el lugar de origen de la semilla, su adaptación al suelo y clima y más radicalmente al tratamiento que recibe la hoja en el proceso de fermentación.

El tabaco apto para la elaboración de puros de calidad debe secarse o bien al aire o en cámaras de humedad y temperaturas controladas; otras variedades pueden secarse al sol pero, en todos los casos, la hoja debe ser fermentada.

La fermentación marca el nivel de acidez del tabaco y la diferencia de grado es fundamental a la hora de determinar su calidad. Así tenemos que, un tabaco “ligero” necesita mayor fermentación que el “volado” y uno destinado para “capa” requiere de un proceso más delicado o de semi-fermentación, que dependiendo del tipo de hoja, preservará su resistencia y elasticidad natural.

El proceso de fermentación de las hojas también hace que éstas pierdan gran parte de la nicotina.

Además, constantemente se realizan, en distintos países cruces controlados para obtener especies derivadas de mayor tamaño, más resistencia y mejor productividad. La dedicación de profesionales de muchos países del mundo han logrado cepas diferentes que han mejorado el rendimiento y las cualidades de las mejores variedades y obtenido la fórmula alquímica que requiere una perfecta hoja de tabaco cuyo destino final es la elaboración de un puro premium.

miércoles, 6 de marzo de 2013

Degustar un habano

Como degustar un habano

FUENTE: http://www.protocolo.org/social/ceremonias_y_celebraciones/como_se_fuma_un_habano_de_forma_correcta_el_ceremonial_del_puro_fumar_un_buen_habano_puro.html

Disfrutar de un buen habano (cigarro puro) requiere de un ambiente tranquilo y agradable para disfrutar de su aroma de forma adecuada. Elegir un puro excelente, la forma de cortarlo, de encenderlo, de fumarlo, de saborearlo, etc. son claves para poder disfrutar del habano. Fumar un buen puro debe ser un placer para los sentidos.
Pero para saber un poco más del habano, vamos a ver las partes principales que lo componen:
1. La tripa, que es el contenido o "relleno" del puro propiamente dicho.
2. El capote (o capillo), que es la envoltura de la tripa.
3. La capa, que es la hoja más exterior del puro; la fachada y presentación del habano.

  Partes de un puro.
La elección del puro.
Dicen los entendidos en el arte de fumar puros, que a la hora de elegir un buen habano debemos dejarnos llevar por los sentidos: la vista, un puro bien terminado y elegante, así como de un color adecuado (claro o más oscuro, según el gusto de cada cual); el tacto, prieto y bien elaborado, firme pero no duro (se palpa entre los dedos índice y pulgar, presionando ligeramente); el olfato, elegir un puro de un estupendo olor a tabaco fresco; el gusto, un puro de sabor más suave o fuerte en función de nuestras preferencias.

  Tamaños de puros.
El color del puro debe ser uniforme en toda la superficie y con un cierto brillo. Si aparece algún tipo de mancha debe ser blanca o verde, que son las manchas que pueden aparecer en el proceso natural de su crecimiento o curación, y que no afectan a la calidad del puro. En cuanto al tamaño del puro, debemos elegir el mismo en función del tiempo de que dispongamos para poder disfrutarlo. No es lo mismo un puro de media mañana o tarde, que el que se fuma con posterioridad a un buen almuerzo o cena. Hay que darle tiempo al puro para poder disfrutarlo sin prisas.
Las mejores marcas de habanos.
Cuando no somos fumadores habituales de puros, la elección nos puede resultar un poco más costosa, por lo que podemos dejarnos llevar por las marcas más conocidas del mercado y de reconocido prestigio.
El sabor de un puro solamente lo podemos apreciar cuando se fuma, por lo que si no queremos arriesgarnos y probar con alguna marca no conocida, podemos irnos a lo seguro, así como dejarnos aconsejar por los profesionales del sector.
Hay en el mercado infinidad de marcas de confianza, Cohiba, Montecristo, Romeo y Julieta, Rafael González, Bolívar, etc., cada uno de ellos con sus peculiares características.
Como cortar el habano.
Una vez que hemos elegido un buen habano, debemos proceder con la “ceremonia” del corte y encendido del mismo.
P

  Cortapuros.
ara cortar el habano, lo mejor es utilizar el cortapuros (una pequeña guillotina) que corta la parte trasera del habano de una forma limpia y precisa. También hay unas tijeritas especiales para estos menesteres. Por supuesto, que se puede hacer con cualquier otro instrumento de corte, aunque no sea tan adecuado. Lo que debemos tratar de no hacer nunca, es cortarlo con nuestros dientes, con el consiguiente desgarro que sufriría el habano. No es correcto introducir un palillo, una cerilla o cualquier otro fino elemento para perforar el habano. Eso hace que se presione el tabaco de la parte trasera, y puede hacer que el puro no “tire” en condiciones.
Si es partidario de retirar la vitola del puro, hágalo con cuidado de no dañar la capa del puro. La vitola es una cuestión estética que no afecta a ninguna de las características esenciales del habano (olor, sabor, etc.).

  Cortar un puro.
El elemento del corte del puro, debe estar bien afilado para evitar desgarros en el habano e incluso puede llegar a “desarmar” el puro. El corte debe hacerse de forma precisa, dejando al descubierto un trocito de la tripa, pero con cuidado de que no sea una abertura excesivamente grande. Según los expertos, el corte debe hacerse justo encima de la línea donde el gorro se une a la capa. El objetivo es crear una apertura lo suficientemente amplia para asegurar un tiro adecuado y al tiempo evitar que la capa se desprenda. Hacer un buen corte no es una mera cuestión estética, sino que es fundamental a la hora de fumar un habano, pues será determinante para la correcta combustión del habano, lo que redundará en apreciar de forma adecuada todo el sabor del puro.
El encendido del puro.
Encender un puro requiere de paciencia y debemos utilizar un fósforo (cerilla) de vara larga y, preferiblemente, de madera, un mechero de gas e incluso hay personas muy sibaritas que utilizan la corteza de cedro, como fósforo. Eso si, nunca se deben utilizar llamas no inodoras, como un mechero de gasolina, por ejemplo. Eso nos estropearía el sabor y el aroma del habano.
Una

  Encender un puro.
vez que tenemos la llama, se debe, con paciencia, mantener el puro cerca de la llama, e irlo girando de forma progresiva para un encendido uniforme de toda la superficie del puro. El puro se debe mantener en posición de 90º (grados) con respecto a la llama, e ir aspirando poco a poco para que la llama llegue al puro y quede perfectamente encendido. A mayor grosor del puro, mayor tiempo de encendido se requiere. Si queremos comprobar que el puro está perfectamente encendido, solamente tenemos que soplar ligeramente la parte encendida del habano y comprobar que se pone incandescente toda la superficie.
Si se apaga el habano, tendremos que repetir la operación de encendido del mismo, descrita con anterioridad, para devolverle un encendido uniforme y seguir disfrutando de su sabor y aroma. Lo que si debemos tener en cuenta, es sacudir bien la ceniza que pudiera tener, antes de proceder de nuevo a su encendido.
Fumando y disfrutando de un buen habano.
Después de una buena elección, un corte perfecto y un buen encendido, ya solo nos queda disfrutar de su sabor y aroma.
El puro, no es un cigarrillo, por lo que aspiramos el humo, pero no lo tragamos, sino que lo dejamos en la boca para “’paladearlo” apreciando todos los matices que nos de sus características especiales (cada habano es un mundo en función de los tabacos empleados para su elaboración).
Si acompaña al puro con una buena copa de coñac, no es muy correcto mojar el puro en el coñac (costumbre que tienen algunas personas). Esto varía, indudablemente, el sabor del habano, y es casi un pecado para los fumadores profesionales de puros.
Con respecto a la ceniza, al no ser un cigarrillo, como dijimos al principio, no debe estar constantemente dando golpecitos al puro para tirar la ceniza sobrante. Es mejor dejarla que se vaya formando lentamente, e incluso tratar de que caiga ella misma por su propio peso (aunque se puede ayudar con algún pequeño golpecito). Si el puro es de una gran calidad, dejará una ceniza bastante firme y por lo tanto, larga.
El sabor del puro se va haciendo más intenso (y algo más amargo) a medida que se va consumiendo. Dependiendo del tamaño del puro, se suele fumar únicamente tres cuartas partes del mismo, ya que al final los sabores se vuelven demasiado fuertes, y pueden estropearnos el paladar de las mejores caladas anteriores del habano. El habano no se apaga “estrujándolo” contra el cenicero como un cigarrillo cualquiera. No, se debe dejar apagar de forma natural. Lo que los entendidos comentan con cierta jocosidad: “hay que dejarlo morir dignamente”.
Nada más encender el puro y dar sus primeras caladas, los aromas que desprende una hoja bien curada siempre constituye un anticipo de los sabores que posteriormente se disfrutarán.
Para “gozar” de un buen habano hay que tomarse su tiempo. El sabor de los puros se va intensificando por fases y es una pena dejar un puro a la mitad, lo que no daría lugar a disfrutar plenamente de sus características.
Conservación de los puros.
Sin lugar a dudas la mejor forma de conservar un puro es utilizar los humidores, recipientes especiales para que los puros tengan su temperatura ideal y su grado de humedad ideal. Otra forma relativamente barata, son los tubos, que cierran el puro en una faja de madera y lo conservan dentro de unas condiciones bastante óptimas de conservación.
Si no contamos con un humidificador, lo mejor es comprar solamente los puros que vayamos a consumir en un corto período de tiempo y no comprar más puros para almacenarlos.
Las condiciones ideales para un puro es una temperatura de 20-21º (grados) y una humedad de un 70%, aproximadamente.
Vamos a ver algunas leyendas sobre los habanos y su verdad o falsedad.
La gente comenta que un buen habano debe quemarse de forma uniforme. Esta afirmación no es del todo correcta, ya que a veces, aunque para la “tripa” se usen buenas hojas de tabaco, las condiciones en las que se fuma un puro pueden ser muy variables y el habano puede quemarse de forma desigual (por ejemplo, cuando se fuma un habano al aire libre).
Los puros oscuros son de sabor más fuerte que los puros claros. Esta afirmación es totalmente falsa, ya que la capa externa, nada tiene que ver con el contenido del capote y la tripa del puro. Es, como si dijéramos, simplemente la “carrocería” externa del puro, que nada tiene que ver con el “motor” del mismo. El sabor fuerte o suave de un puro depende de la composición de tabaco que lleve la “tripa”. Lo mismo ocurre con el tamaño de los puros, que no guarda relación alguna con su sabor o aroma.
Un puro sólo sabe bien si se enciende con cerillas de madera. Eso es falso. Se puede en cender con cualquier sistema que no de olor alguno (llama inodora). Dicen los tabaqueros cubanos “que la candela no tiene sabor”.

lunes, 4 de marzo de 2013

Evolucion de la Smoking chair

Evolucion de la Smoking chair


 (FUENTE: http://abullseyeview.com/the-evolution-of-the-wingback-chair/ )

Timeless and modern, dramatic and refined, elegant and majestic – the wingback chair has stood strong on its cabriole legs for hundreds of years.
But where did this design originate? Who was the creative brilliant mind behind the delicate, but regal piece? With a history as rich as it is captivating, the wingback chair has endured tweaks in its material and style over the years—all while maintaining the same striking Queen Anne baroque construction it embodied when it first debuted.
Developed during the 1600s in England where cold weather made the roaring fireplace the gathering spot of the house, the original purpose of this stunning furnishing was to keep warm. Women lounged in wingback chairs to protect their upper chests, as a result of dress typically worn at the time, from cold drafts. Gaining popularity in 1720, the design was initially constructed solely from wood with flat, broad arms.
With the onset of the 18-century, the wingback turned to comfort and began incorporating upholstery, only getting cozier with time. Towards the 19-century, chairs were generously stuffed with horsehair for an added dose of padding. Covered in velvet or needlework to imitate contemporary French styles. And just as you might imagine colonial or Georgian-era furniture at this time, bright patterns and ornate fabric embellishments were the norm.

bergère, a French armchair with upholstered arms, back and frames took after the wingback’s design and hit the spotlight in the mid-eighteenth century in Paris.  Retaining the overall design of the wingback, the bergère was designed to have a flat back (à la reine). Designed for lounging in comfort with a deeper, wider seat, the bergère was more about function than form.

The French weren’t the only ones reinventing the wingback. In 18-century England, well-known furniture maker George Hepplewhite lowered the seat in some of his designs. Famous cabinet-makers, like Chippendale of England, molded the wingback design by adding elegant frames such as oversized wings and scrolling arms to offset the upholstery. Wingback chairs could be found in the “parlour” or living room, creating a new leisurely lifestyle of sitting time.






It wasn’t until the 18-century that the well-traveled wingback finally trickled from English castles and houses in the Netherlands to American homes. American wing chairs (also called easy chairs) were reserved for the bedroom, and during the Victorian times, were often associated with elderly people sitting silently in their rooms. Enter: the grandfather chair.
That brings us to today. Designed in all sizes, fabrics and patterns, wingback chairs take on a variety of styles in that same classic shape. The now more informal décor piece usually stands in family rooms, old-fashioned men’s clubs and libraries.


The Egg, designed by Arne Jacobsen in 1958
Known and loved for its graceful curves, fluid framework and antique, throne-like vibe, the wingback chair remains a symbol of comfort and elegance in modern décor.  Although the functional need to protect ourselves from drafts on chilly nights is long gone (thank you central heating!), the design of the ancient wingback chair has withstood the test of time.

Wingback chairs in the J.K. Place Hotel


Take a look at some of revamped wingback styles sold at Target below.
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